jueves, 26 de diciembre de 2013

El Consejero


Recuerdo que "El Consejero" me defraudó mucho antes de ni siquiera verla. Al mirar el póster, durante un breve espacio de tiempo, me pareció ver a Nicholas Cage brillar entre el elenco de bien pagados de Hollywood. Pero mis sueños y esperanzas se desvanecieron como lágrimas en la lluvia al percatarme que lo había confundido con un Javier Bardem recién sacado de Photoshop... Y como lo que mal empieza mal acaba, vi la película.

Para empezar, una queja enfermiza. En la versión original, la película se llama "The Counselor" porque al puto Fassbender le llaman, precisamente "Counselor". Aquí, en un país con un claro déficit de personal cualificado para traducir títulos, "El Consejero" es llamado durante toda la película "Abogado". No es tan difícil ponerse de acuerdo en una acepción del término y unificar.

Ahora ya nos centramos en la película en sí.
En líneas generales, y sin querer caer en el reproche fácil, la trama va de "a ver quién tiene la polla más grande". Imaginaos una orgía, donde cada participante espera pacientemente hasta que llega su turno. Cuando llega su momento y la cámara le enfoca debe aprovechar y demostrar sus cualidades con el fin de quedar por encima de sus "competidores". Para ello utiliza todos los recursos que tiene en sus manos, alargando innecesariamente la situación y enmascarando todo esfuerzo físico y mental bajo una fachada de pasotismo y prepotencia al estilo: "Esto lo hago siempre y miradme, ni sudo".

A lo que voy, si alguno se ha perdido con mis símiles. La película está cimentada en continuos monólogos a cargo de actores con los párpados a medio caer en señal de despotismo. Todo un alarde actoral capaz de sacar oro y bostezos de un guión lamentablemente vacío.
Y es que realmente no se muy bien de que va el tema. Una relación Bardem - Díaz - Pitt - Fassbender -Cruz cogida con pinzas que gira en torno a un trapicheo de droga en la frontera Tex-Mex.
Es por eso que, ante tal cantidad de lagunas, haya que rellenar la película como sea. Y qué mejor forma que dar a cada actor sus veinte minutos de gloria. Veinte minutos que cada cual rellena con la historia que más le place. Algunos hablan del tiempo, otros sobre sexo, sobre la vida o sobre el espacio infinito. Eso sí, con unas reglas: La conversación a de ser incoherentemente profunda y trascendental y sobre todo, tratar a tu interlocutor con aires de superioridad. Como si la gilipollez que le estás contando le estuviera cambiando la vida.
Y entre medias de este "Club del Monólogo" se cuece una historia blandengue de droga, poder y violencia cuyo único fin es ir matando periódicamente a los actores protagonistas y, de paso, evitar que el espectador muera de aburrimiento.

Lo mejor: Gracias a películas como esta, he aumentado considerablemente mi nivel de divagación, por lo que muchas veces podéis comprobar que mis críticas, a pesar de estar llenas de paja, parecen serias y coherentes.
Lo peor: Mil películas que hagan de este estilo, mil mierdas que me tragaré.
Conclusión:  Pitt tiene el pelito grasiento, Díaz va camino de MILF, Bardem se parece a Cage, Cruz morirá sosa y a Fassbender ya le pueden pasar penurias que no perderá la elegancia.