viernes, 26 de junio de 2015

John Rambo



Siempre que me hablan de Stallone lo relaciono automáticamente con Rocky. Un matón con sombrerito pero con buen corazón. Una persona humilde, un obrero del cine, un trabajador del tortazo. En cambio Rambo nunca me ha caído bien. Demasiado profundo y atormentado para ser una persona capaz de derribar un helicóptero de una pedrada. Pero no me parecía mal. Hasta ahora podía vivir con las tres primeras películas de Rambo... hasta que me digné a ver "John Rambo".

Lo primero de todo es el calentamiento. Fundamental una dosis de violencia extrema para situar al espectador en el bando de los buenos. Rambo vive en Birmania, y durante los primeros diez minutos de película se nos muestran las atrocidades que el ejército birmano practica sobre la humilde población de campesinos. Después de esto, lo que sea que Rambo haga está más que justificado.

Pero a Rambo de momento se la suda todo. Está demasiado afligido en su interior por lo que se dedica a cazar cobras por la selva bajo la lluvia haciendo oídos sordos a las injusticias que acontecen a su alrededor. Ya nada tiene sentido para este mendigo taciturno.
Pero claro, no podemos vivir sin puñetes. Tarde o temprano alguien tenía que despertar del letargo a este sexagenario capaz de arroparte de una hostia.
Así, caídos del cielo, aparecen un grupo de voluntarios de una ONG que quieren llevar ayuda humanitaria y medicinas a los afectados por la guerra. Muy profesionales no parecen. Visto su equipaje, deben de llevar dos cajas de ibuprofenos y poco más. Pero ya da igual, ya sabemos que a partir de ahora el único que va a poner inyecciones va a ser Rambo.

Así es Rambo. ¿Que el ejército está exterminando a la población indígena? Cuéntame otra. ¿Que han secuestrado a los cinco panolis americanos? Acercarme el yunque que me voy a forjar un machete.
Y de este modo comienza la redención de John. Al principio no es fácil para él porque no parte como héroe principal. Los que van a salvar a los voluntarios de la ONG son un  grupo de élite de los EE.UU of América. Rambo es el parguela, el viejo que les lleva en barca por el río. Aquí sucede el clásico choque de generaciones. Los Marines estos tratan con desprecio a Rambo, le llaman "barquero" y se sobran con él. Rambo aguanta estoicamente las burlas con su cara cincelada en mármol y bótox. Incluso empiezan la expedición sin él, obligando a Rambo a que se quede vigilando la barca.

Obviamente estos Navy Seals / Marines especiales / Fuerza de Élite no tardan en hacer el ridículo. Ante el primer encontronazo con el ejército birmano se ven en la tremenda situación de defecarse en los pantalones. Pero ¿quién aparece de repente para salvarles el culo? Aparición más que esperada de Rambo con su arco a lo Ojo de Halcón que con cuatro flechazos pone a todos en su sitio. Está claro que, a partir de ahora, el que manda es el barquero.

Aquí ya ponemos el automático. Llegan a la base de los malos y salvan a los secuestrados. Al principio entran en plan sigilosos. Dando la típica hostia de soslayo a los guardias de fuera y tal, pero ya llega un momento en el que Rambo le arranca la nuez a un guardia y pierde el norte. Se avecina la clasica matanza final a la que tan acostumbrados estamos. Yo creo que aquí se le planteó un problema a Stallone, como director de la película me refiero. Pensó: "Tengo que fumigar a diestro y siniestro pero ya no tengo edad para rodar media hora de escenas de acción". Así que tiró por la calle del medio. Decide subir a su personaje a la típica ametralladora de esas que van en la parte de detrás de una camioneta, con balas infinitas, y que empiecen a aparecer chinos.
Claro está, Rambo monta una de escándalo. Me recuerda al final de "Corazones de Acero". Rambo en el epicentro de la acción escupiendo fuego mientras los malos gravitan inertes a su alrededor esperando a que una ráfaga de balas apague sus miserables vidas como extras de cine. Así es como Stallone acaba con un tercio de la población de Birmania y purifica su alma y su espíritu.

Qué poco se necesita a veces para ser feliz. Un millar de muertos en diez minutos es suficiente para que la sonrisa vuelve a aparecer en el expresivo rostro de Rambo. Se ha liberado de sus cargas y ha recuperado las ganas de vivir. Rambo vuelve a Estados Unidos pisando cadáveres, vuelve a la vida, vuelve a disfrutar de los arco iris.

Lo mejor: Viendo la poca maña que se da Rambo cazando y manipulando cobras, se deduce que es inmune al veneno.
Lo peor: Rambo es pobre y va desde Birmania a Estados Unidos andando y en barca.
Conclusión: Si acribillas a toda la población de un país y lo dejas todo como un solar ya no hace falta que envíes ayuda humanitaria.


miércoles, 3 de junio de 2015

Vengadores. La era de Ultrón



 La era de la Caspa ha llegado a la gran pantalla. Hemos llegado al punto de "échame lo que sea que me lo trago aderezado con salsa rosa".
Y es que en cierta medida "Vengadores" me recuerda al formato televisivo de los programas sensacionalistas que tanto nos gustan en España. Éstos "Sálvame Deluxe" hollywoodienses han sido capaces de sentarnos delante de la pantalla y secarnos el cerebro durante un par de horas. Ya da igual lo que nos cuenten, nos han vendido la trama antes de la publicidad y esperamos pacientemente a ver más de lo mismo una y otra vez.
Y es que, tanto los "Vengadores" como "la Noria" se rigen por las mismas premisas. La Santa Trinidad sobre la que se cimenta un imperio de caspa y sangre.

1. Hostias. Lo básico, lo que el público quiere. Hostias para desayunar y hostias para cenar. ¿Que hay que rellenar? Hostias. ¿Que hay que ligar escenas? Kiko Matamoros. ¿Que hay qué? Pum. El alfa y el omega de ambos formatos. Ver recibir a otros hace que los tontos nos sintamos mejor. Psicología básica de la felicidad.

2. Receptor. Obviamente, para justificar tal cantidad de ira, tiene que haber un foco receptor en el que descargar los camiones de tortas. Pero no hace falta que el pelele receptor sea nadie especial; nos vale cualquier pelacañas. De hecho, cuanto más débil, más sangra.
En este caso el receptor de ataques y cotilleos es Ultrón, un friki de usar y tirar. El Paco Porras de la maldad. Un pobre hombre que hemos creado de la nada, le hemos subido al ring, le hemos inflado y que pase el siguiente. Con mofa incluída de la coletilla "La era de Ultrón". Una era de una semana.
Y es que este Toni Genil metálico no es más que un virus de internet. Un niño rata de Youtube que no es capaz de destruir el pueblo más recóndito del culo de la URSS. Un enemigo con unas capacidades tan limitaditas es el blanco perfecto para Thor, IronMan y el resto de tertulianos.

3. Emisor sensible. Esto es la vuelta de tuerca, la innovación para empatizar con el espectador. Viene a ser cuando Belén Esteban se hace la prueba del polígrafo y destapa sus secretos de alcoba. Es la única forma de humanizar al emisor de tanta maldad para que sigamos apoyándole en su cruzada de tortas indiscriminadas.
En el caso de los Vengadores, esta vez vemos sus secretos más íntimos y personales. La dura infancia de Viuda Negra, el amor perdido del Capitán América, la familia escondida de Ojo de Halcón... todo un repaso al "Cuore" de Marvel.

Y de esta forma, otra vez más, nos hemos sentado delante de la pantalla a ver un vaivén de vidas vacías. Un programa más en el que esta vez el personaje invitado era Ultrón, el ex-marido de la prima del apoderado de Ortega Cano. Espero ansioso el nuevo programa "Vengadores 3" y ver quién es el famoso que se deja linchar públicamente.

Lo mejor: Marvel se está quedando sin super héroes, por eso la próxima maravilla con la que nos deleitarán será con el Hombre-Hormiga.
Lo peor: Mercurio, el veloz ladrón de cobre enchandalado.
Dato histórico: En el año 2007, el programa "Aquí hay tomate" decidió hacer una encuesta entre sus espectadores para delucidar cúal era la mejor canción de Bibi Andersen. Ganó el temazo "Sálvame", el cual daría nombre y sería tema de cabecera del siguiente programa de Jorgeja. Ya podéis presumir de conocimiento en vuestra próxima entrevista de trabajo.