jueves, 8 de marzo de 2018

Call me by your name



Cuidao que vienen curvas. Oscar al mejor guión adaptado, "Call me by your name" deja en evidencia el discurso moralista facilón de los últimos años. ¿Gay pride? Yeah ¿Feminismo? Of course ¿Black power? A tope ¿Relación homosexual entre un adulto y un adolescente? Eh... bueno, ejem...
Les duele reconocerlo, pero esta película es demasiado para los yankees. De cara a la galería queda bien nominarla pero no nos pasemos. Oscar del montón y a mirar a otro lado. Degenerados.

Para ser justos con el puritanismo gringo, he de decir que si vas sin preaviso, te pilla en fuera de juego. La película empieza muy Europea; familia americana, culta, comprensiva y sensible pasa el verano bajo el radiante sol de Italia. En este enclave, se fragua una relación de cercanía entre Elio, el hijo adolescente del matrimonio y Oliver, un adulto seguro de sí mismo que pasa el verano con ellos. Todo parece indicar que la película girará en torno a cómo Elio ve en ese hombre adulto un reflejo de la seguridad y autoestima que desearía para él pero que la adolescencia le niega.
Hasta que de repente, felación.

Llamadme ingenuo, pero no me lo veía venir. Llega un momento que piensas "¿Se está insinuando el chaval?" Desconcierta un poco, hasta que pasan las escenas "¿Le está agarrando el paquete?" Ya ahí, miro al resto de espectadores de la sala desconcertado. "Un momento, ¿se están dando mandanga?". Ojo, a ver si es que van a ser maricas. No estoy seguro. "¿Se la está chupando? ¿Pero como amigos o en plan homosexual?"
Así es, jugando al límite. Menor de edad y hombre adulto. Al final te lo venden como que el amor es muy bonito y que cada uno hace en la vida lo que quiere y lo acabas comprando.

Lo mejor: Es maravilloso ver como Elio, un chaval de 1983, viste igual que cualquier viandante de Malasaña en 2018.
Lo peor: Elio tiene 17 años. Tú eres un treintañero con barriga que despista su incipiente alopecia dejándose barba. Un poco de dignidad, vístete normal.
Conclusión: Dicen que el primer amor no se olvida. Más aún si es un señor el que te ha atusado el lomo.


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