domingo, 2 de octubre de 2011

No habrá paz para los malvados


Las comparaciones son odiosas. Vamos a comparar dos películas.
No habrá paz para los malvados / No es país para viejos.
Santos Trinidad (Coronado) / Anton Chigurh (Bardem) persiguen a uno para matarle.
Santos / Anton tiene un nombre de coña.
Santos / Anton es malperseguido por la ley.
Santos / Anton está jodido de la cabeza. (Santos, al ser español, aparte es un borracho). 
Santos / Anton es casi inmortal y se autocura heridas graves en un cuarto de baño.
Santos / Anton tienen un gusto exquisito por las escopetas.


A lo que voy es que es inevitable ver similitudes. No sólo en el personaje, sino también en el ambiente que rodea a esta peli. Obviamente hay muchísimas diferencias. Diferencias que hacen que la peli de los Coen sea una de las grandes y "No habrá paz..." se quede a medio gas. Veamos las tres diferencias más destacadas según mi dudoso criterio.


1º Claramente rodar una peli en los USA ofrece un efectismo visual que, a la inmensa mayoría de paletos de aquí, nos mola más. Incluso los protagonistas lo petan más. No es lo mismo que el policía sea el gran Tommy Lee Jones a que sea el colega Juanjo Artero, que parece que estoy viendo un capítulo de "El comisario". Y esto es así. Llamadme ignorante, pero es que los focos de Hollywood me ciegan.


2º La peli de los Coen va de uno que persigue a otro. ¿Y no es un coñazo dos horas así? No. ¿Por qué? Porque los personajes son increíbles. Son una mezcla de realidad fantasiosa cojonuda. Ellos sólos son capaces de llenar minutos y minutos sin que te des cuenta.
En cambio en la peli de Urbizu, el único personaje que lo peta es el protagonista Santos Trinidad. El resto son la misma españolada a la que estamos malacostumbrados. Con unas actuaciones dignas de serie de televisión, no me extraña que el personaje de Coronado sea tan poco sociable.


3º Como las actuaciones no son suficientes para aguantar el peso de la película, Enrique Urbizu se dedica a rellenar minutos con una trama de coña. En un principio, te venden la película como la búsqueda que Santos Trinidad lleva a cabo con el fin de matar a un testigo que le ha visto aplicar ley y orden a tres tíos. Esta trama le da juego al director durante unos veinte minutos. ¿Qué hacer entonces? Complicar la historia, meter paja y meter personajes. Así, durante la película pasan por la pantalla narcotraficantes colombianos, asesinos a sueldo, policías, jueces, confidentes y gentuza que no nos importa. Al final, el idiota al que persigue Coronado resulta ser un extremista de Al Qaeda que va a cometer un atentado en Madrid. Bueno, se monta una trama tan de coña que a cualquier espectador decente le entraría la risa. Mientras tanto, Coronado, impertérrito, pasa a través de toda esta maraña de turbiedad sin inmutarse. Manteniendo el tipo en una película a la que por minutos se le empieza a ir más y más de las manos al director.


Lo mejor: Santos Trinidad nos da una clase magistral de cómo beber cubatas.
Lo peor: Intentar esconder una mierda de trama bajo una buena actuación.
Conclusión: En Mouth on Fire no habrá paz para los malvados.





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