miércoles, 8 de julio de 2015

It follows

Critica de cine, it follows, película terror adolescente


Puede ser la sorpresa del verano. Una película muy por encima del resto dentro del género de terror. Inteligente, estresante y rodada con muy buena mano. Así que hoy no vengo a escupir sobre ella, sólo vengo a hacer temblar sus cimientos.

El guión es sencillo pero efectivo. Una persona te sigue incesantemente hasta matarte. Se trata de una especie de maldición; quien esté maldito es víctima de esta persecución. Esta persona que te sigue puede adquirir cualquier forma humana, desde una anciana decrépita a algún familiar o conocido. La particularidad es que sólo es visible por la persona que sufre la maldición
Un dato importante es que este perseguidor no es un fantasma omnipresente que se presenta donde quiere y cuando quiere. Se trata de un ente corpóreo que va andando. Siempre andando (también nada o escala si la situación lo requiere). Nunca se echa un sprint, pero tampoco se para nunca. Es como un puto martillo que no descansa, sin prisa pero sin pausa. Tampoco es etéreo, no es como Casper el fantasma que atraviesa paredes. Si tiene que entrar en una casa tiene que abrir la puerta como las personas de bien. Y si la puerta está cerrada se tiene que buscar la vida para entrar.

Ahora llega la parte chorra: la maldición es traspasable. ¿Cómo? Fornicio. Pack ahorro de ladillas + maldición. Si le pasas la venérea acosadora a otro, el ente perseguidor se olvida de tí y va a por la nueva víctima. Eso sí, como muera, vuelve a por tí.

En este caso la víctima es una jóven que se cree que tiene novio hasta que se acuesta con él y éste la deja con todo el pastel. A partir de aquí la película se vuelve agobiante. No entraré en detalle de idas y venidas de perseguidor y perseguida, sino que intentaré proponer una solución.

A la salida del cine la gente proponía sus soluciones para librarse de la maldición. Había dos teorías que destacaban.

1. Solución "me voy de putas". A priori, la técnica de zumbarte a otro y dejarle el muerto parece la más obvia. No es tan sencillo. O le explicas el SIDA que le acabas de pasar (como a nuestra protagonista, que le dan una máster de lo que acaba de pillar) o muere a las primeras de cambio,
volviendo el problema a tí.

2. Solución "me voy al culo del mundo". Empíricamente no es una solución tan viable. Vamos con datos. Imaginad que esta chica vive en Toronto. Parece lógico que, viajando, por ejemplo, a Madagascar se puede olvidar del problema. Sería una distancia insalvable para la maldición, ¿verdad?
Pues bien, el ente tendría que darse el siguiente paseo. Salir de Toronto y llegar al puerto de Boston que está a 700 km. Desde ahí tendría que hacerse un largo y cruzar 6.200 km de Océano Atlántico hasta llegar a las playas de Senegal. Atravesar África y, tras 6.800 km, llegar a Mozambique. De ahí, otros 1.000 km de nado a braza hasta llegar a la puerta de tu nueva casa en Madagascar.
Un total de 14.700 km que, a una velocidad media de nado y paso de 4 km/h, pueden ser recorridos en unos 150 días... imposible asentarse en ningún lugar. Algo importante para conseguir un empleo y poder pagar los 1.700 € cada 5 meses que vale un billete de avión Toronto - Antananarivo.

Mi solución. Ser pobre. Si trabajas en Madrid cómprate un piso en Toledo, a 60 km. Es el único modo que vas a tener de afrontar una hipoteca. Levántate a las 6:00 para ir a tu cubículo en la oficina. Echa tus ocho horas. Para cuando la maldición esté llegando a Madrid desde Toledo tú ya te vuelves a tu casa a cenar y dormir. La maldición tarda unas 15 horas en ir de tu casa al trabajo andando, tiempo de sobra para que nunca te pille en tu penosa vida cíclica. Los fines de semana vete al pueblo de tu suegra en Ciudad Real. En verano, una semana a la playa. Así durante 40 años. Como no follas, nunca se va a separar de tí, así cuando te jubiles, será la única persona que te haga compañía mientras paseas por el parque.

Lo mejor: La maldición es bastante obvia. Las formas que suele tomar es de personas bastante estrafalarias y, la mayoría de veces, siempre va en pijama o en bolas. Así es bastante fácil distinguirlo de la gente normal.
Lo peor: A tí, como eres aún más miserable, te pillaría en verano porque no vas ni a la playa.
Conclusión: Póntelo, pónselo.

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